Es una cita para quienes nos hemos rendido al hechizo del minimundo: un club de apasionados al miniaturismo.

¿Cuál es la distancia más corta entre dos personas que no se conocen, no viven en el mismo lugar y no se han visto jamás? Una afición común. Esta que nos ocupa se resume en “una casita”

Una casita es un objeto mágico y misterioso capaz de hacer que dos desconocidos se acerquen, se comprendan, compartan emociones y fantasías. Es la mejor excusa para encender la chispa de la amistad o para arrancar una conversación. Y como es un artefacto prodigioso, esas conversaciones son infinitas.

Una feria nos facilita hablar con

Semejantes.

La creación tiene poderes telepáticos, dibuja en nuestra mente aquello que antes solo había estado en la imaginación del autor. Nos descubre universos que de otra forma no podríamos alcanzar. Y se quedan en nuestra vida para siempre.

Lo sabemos bien todos los que hemos caído en el embrujo de esos pequeños objetos cotidianos fabricados con esmero .

Cuando entramos en la feria nos sentimos como en casa.

Los que, ya en la cama, desafiamos al sueño para idear una nueva forma. Los que nos vamos de viaje y cargamos la maleta con mini objetos. Somos, quizá sin saberlo, miembros del mismo club. Por eso hemos pensado que ese club debía tener aquí su espacio. Para hablar de minis y celebrar este fantástico sortilegio que es el miniaturismo Están todos invitados: los que ya han sucumbido a la fascinación de las miniaturas o los que todavía están en vías. Sabemos, por experiencia, que solo les falta encontrar el sector apropiado. O que el sector apropiado los encuentre a ellos —el hechizo de las minis funciona a veces así—. Por eso hay minis para todos: elementos para edificaciones clásicos o las vanguardistas, porque hay kasytas simples, históricas o misteriosas, todos los estilos. Gracias a este hobby que nos une aprendemos: historia, moda, interiorismo, decoración, pintura y además ¡reciclamos!